web hit counter www.elmayorportaldegerencia.com - Diferencia entre actitud y aptitud
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Actitud

Cuando hablamos de actitud estamos ante un estado de ánimo, ante cómo una persona se enfrenta a un problema, situación o eventualidad. Está formada por todos aquellos pensamientos, opiniones y creencias según las cuales vemos el mundo. La actitud puede modificarse por ello te insisto tanto a tratar de mejorarla.

Tu actitud puede llevarte a presentarte al mundo como una persona con orientación al éxito o con orientación a encontrar problemas donde no los hay. La actitud es lo primero que mostramos a los demás, ese primer contacto que te hace pensar en cómo es el otro, y ya sabes lo que se suele decir: la primera impresión es muchas veces la que más cuenta. La actitud es el sentimiento, deseo, pasión… llámalo como quieras, pero al final se trata de “querer hacer”.

Aptitud

La aptitud se transmite con hechos, no es una actitud ni una forma de ser. La aptitud parte del conocimiento y la capacidad que se tiene para hacer determinadas cosas. Aptitud es saber hacer cosas, tener la suficiencia y la destreza para afrontar tareas y compromisos que necesitan de formación, experiencia, conocimientos o un “saber hacer” determinado.

¿Qué es más importante?

Esta es la pregunta del millón. Como es obvio, cualquier empresa busca un candidato que reúna ambas facetas: una buena actitud combinada con una gran aptitud. ¿Puede una empresa preferir una sobre la otra? Sí, dependemos de lo que busque la empresa en concreto, y aquí no hay un criterio general. A mí como reclutadora me han pedido a veces el mejor perfil posible obedeciendo a su aptitud. Eso era lo más importante. Pero en otras ocasiones la empresa te transmite que aprecian determinados valores personales, y que la aptitud, aun siendo importante, era secundaria y quedaba en un plano más retrasado.

Si la persona tiene la actitud adecuada, podrá aprender, desarrollar habilidades, tener orientación al reto y suplir sus carencias técnicas con la actitud que le permita salir adelante y aprendiendo de cada proceso. Las empresas cada vez quieren más estos perfiles, puesto que tienen una buena base establecida en la actitud, a la que se puede añadir todo el conocimiento y “saber hacer” necesario. Por el contrario, un buen candidato en cuanto aptitud pero pobre en actitud puede ser poco beneficioso e incluso peligroso para la organización a medio y largo plazo. Las empresas necesitan cambiar y adaptarse a los nuevos modos de trabajar, tiempos, etc. y un trabajador así puede convertirse en un lastre al no tener ese “querer hacer”.

La actitud potencia la aptitud y tanto la actitud como la aptitud se pueden aprender.


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